Hijo mío,

Te Amo

Te estaba esperando

-Tu Padre, Dios

¡Dios nos creó con gran amor y propósito!

Su plan incluía que viviéramos en una comunión estrecha y para siempre con Él, como la de un Padre y Su hijo (2 Corintios 6:18), que viviéramos sin pecado (Efesios 1:4); para buenas obras nos creó el Señor (Efesios 2:10).

Pero …

Erramos en el blanco, (Romanos 3:23), fuimos incapaces de lograrlo por nosotros mismos, pues todos, de una manera u otra, hemos ofendido a Dios con nuestro pecado; y esto nos imposibilita vivir en el diseño que Dios pensó para nosotros y nos separa de Él. (Romanos 6:23).

Amor inigualable

Sin embargo, Dios nos amó tanto, que cuando llegó el día señalado por Él, envió a su Hijo Jesús, para ofrecerlo como una ofrenda en sacrificio vivo que pagara por el pecado del mundo. Por la muerte de Jesús en la cruz, Dios perdonó nuestros pecados y nos liberó de toda culpa. Gracias a su amor, Dios nos dio salvación por medio de su amado Hijo (Efesios 1:6-8).

Dios envió a su Jesucristo a morir por tus pecados

Entonces ahora todo el que CREE en la obra redentora de Jesucristo, se ARREPIENTE de sus pecados y lo RECIBE como su Señor, no sólo recibe perdón, salvación y vida eterna; sino que Dios envía el Espíritu de su Hijo a vivir en esa persona, el cual le permite llamarlo “Papá”. Pues Dios nos amó tanto que decidió enviar a Jesucristo para adoptarnos como hijos suyos (Efesios 1:5). Y como eres su hijo, Dios te ha hecho su heredero. (Gálatas 4:4-7).

Decide por Jesucristo hoy

Así que si aún, no le has dado la oportunidad a Jesús de limpiarte de tus pecados, ni tampoco has experimentado la convicción de ser hijo de Dios y de verdad CREES en lo que Jesucristo hizo por ti en la cruz al derramar su preciosa sangre para perdonarte y hacerte parte de Su familia, te invito a repetir esta oración: 

Tu momento especial

Padre, Me vuelvo a ti de todo corazón dándote gracias por tu amor y propósito. Reconozco que soy pecador, me arrepiento y aparto de todo pecado. Creo que Jesucristo pagó un alto precio por mi al morir en una cruz, pero también creo que Tú lo resucitastes para darme una nueva vida. Te entrego mi vida y te invito a gobernar mi corazón.  

Padre, escribe mi nombre en el Libro de la Vida, lléname de tu Espíritu, enséñame a conocerte y a confiar en ti cada día más.  En el nombre de Jesucristo, mi Señor. Amén.


¿Decidiste por Jesucristo hoy, al repetir esta oración?

Te invitamos, también, a abrir las otras páginas, donde encontrarás valiosa información y herramientas que te ayudarán a crecer en la relación con el Padre Celestial y a experimentar la plenitud de tu nueva vida en Cristo.